sábado, 5 de mayo de 2012

Citrueñigolandia

 

  En este mágico y azul país vivía una chica de cabellos morados como el cielo en las horas del crepúsculo. Lleva por nombre Lavanda, pero cuando sale de Citrueñigolandía su nombre es Maribel y su pelo cambia a moreno conservando sus graciosos rizos.
Os preguntareis el porqué de estos cambios.
Pues... abrid bien los oídos, sentaos cómodamente y preparaos para imaginar un mundo perfecto, maravilloso, pero solo podrás hacerlo si tienes el corazón limpio, el alma tranquila y cálida.
¿Ya estáis listos???, pues comienza la aventura
Maribel es una trabajadora de educación especial y es especial porque dedica la mayor parte de su tiempo a enseñar, educar y divertir a los más pequeños, que son su gran pasión.
Como el mundo donde le ha tocado vivir no es de su agrado cada mañana inventa un bello lugar y allí se marcha junto a sus pequeños.
Este lugar se llama Citrueñigolandía (como todos sabéis los citruéñigos son amigos verdaderos de los que nunca fallan y están siempre a tu lado).
En este país no tienen permitida la entrada las hermanas siniestras, ni el viento frio de norte.
El sol no se apaga nunca, por este motivo los niños no conocen el miedo.
De los grifos salen deliciosos zumos de todos los sabores para bañarse se reúnen en un lago de color rosa que huele a frambuesas.
A Maribel el hecho de salir zumo de los grifos le juga a veces muy malas pasadas, cuando baja a la tierra y comprueba con desilusión y sorpresa que de los grifos sale agua y en ocasiones caliente.
Allí, en Citrueñigolandía, tiene una cría de perro. Un sueño por ahora no cumplido aquí en la tierra, es blanco y se llama Melo. Como podéis imaginar todos lo han tomado como mascota y está encantado rodeado de niños juguetones.
Las jornadas comiezan a las siete nubes, que es como se cuentan allí las horas. Después de entrar en clase formando una perfecta fila en forma de “S”, comienzan a pintar los árboles y flores de Citrueñigolandía porque allí todo es de color blanco. Es misión de los chicos darles color, lo hacen con los dedos. Una vez terminada la tarea se lavan en una fuente situada en el centro del patio que tiene forma de caracol, allí viven unos lindos pececillos plateados.
Los niños de Citrueñigolandía no utilizan paraguas porque cuando llueve caen copos de dulce algodón simplemente abren sus boquitas para no perderse ninguno.
Maribel bajó de golpe a la tierra cuando el timbre anunció el final de la clases, mirando la única planta que decoraba su mesa de trabajo, suspiró pensando lo feliz que eran todos en su mágico país.
Al llegar a casa la esperaba su pareja que compartía con ella su mismo trabajo en centros distintos, y que la devolvía en muchas ocasiones a la realidad.
Pero… volvamos a Citueñigolandía.
El país tenía una gran montaña Añil donde los niños acampaban muchos días para dar su clase de conocimiento del medio, aprendían lo importante que es saber cuidar y respetar la naturaleza. Maribel tiene por costumbre ir acompañada con su guitarra y una vez terminada la clase le enseña divertidas canciones a todos.
En la falda de la montaña viven dragones voladores que no dudan en llevar a los niños a casa montados en sus picudas colas para que no se cansen después de tan larga jornada.
Las tardes las pasan jugando a juegos que pasan de generación en generación y que requieren de una gran destreza para realizarlos, no existen perdedores y todos los disfrutan por igual.
Uno de los juegos favoritos de los chicos era el tenis, porque las raquetas están hechas de regaliz y al terminar el juego pueden comérselas. A las chicas les gustaba más el patinaje porque la pista estaba hecha de caramelo y aprovechaban cualquier caída para darle un buen lametazo.
Así pasan allí los soles y lunas.
A Maribel le cuesta cada vez más volver de Citueñigolandía, suerte de tener a una linda persona en su vida que la quiera tanto que siempre esté dispuesta a bajarla a la tierra.
¿Os gustaría ir a Citrueñigolandía??? A mí también.
Este es un regalo de Belentxu para Maribel en el día de su cumpleaños.

Mayo 2012. Nati del Barco Gallardo.