viernes, 21 de mayo de 2010

Juan y Sofía


-“¿Juegas conmigo? “, gritaba Juan desde la escalerilla de la cocina a su hermana Sofía que andaba un poco liada aquellos días entrenando para la final de la competición de pádel entre su instituto y el instituto Zurbarán de su misma ciudad.
Sofía explicaba una y otra vez a su hermano Juan que aquel partido era muy importante para ella, podría ganar por tercer año consecutivo la copa para su instituto y que una vez terminado, volverá a dedicarle todo su tiempo libre igual que antes.
-“Uff!”, pensó Juan era muy pequeño para entender cosas de mayores y bajando el último escalón salió al jardín a jugar con sus juguetes y su mascota, una tortuga llamada Manuela.
Sofía después de entrenar, jugó su partido diario de tenis y se marchó a casa a terminar las tareas de clase, tenía examen de inglés era de sus asignaturas favoritas y que dominaba bastante bien, al igual que el neerlandés ya que su padre era Holandés. Llegó la hora de irse a dormir y antes de entrar en su habitación entró en la de su hermano a rezar sus oraciones juntos, su hermano le dijo:
-” Sofía, anda, cuéntame un cuento que así dormiré mejor”. Sofía sonriendo aunque cansada comenzó a contarle un cuento pero antes de terminar se quedó dormida junto a su hermano.
Al despertar bajó como un rayo a desayunar quería llegar pronto a clase, tenía que hablar con su amiga Paula:
-“No tuve tiempo anoche de ver nuestra serie favorita ¿puedes contármela?”. Paula algo nerviosa por el examen de inglés le dijo:
-“Sofía, en el cambio de clase te doy todos los detalles”. Terminadas las clases se marchó nuevamente a entrenar para el campeonato de pádel el entrenador le dijo:
-“Sofía, nada de tenis ni de televisión ni de bailes desde hoy hasta el día de la final quiero que estés únicamente centrada en los estudios y en el pádel, todo lo demás fuera hasta nueva orden”.
Sofía que era muy activa se puso algo triste no podía imaginarse dos largos meses sin sus amigas sus partidos de tenis y lo peor, cómo explicaba a su hermano que no podría jugar tanto tiempo con él.
Estaba sentada en la habitación cuando de repente una carita asomó por la puerta para jugar con ella, Sofía lo miró y le dijo:
-“Juan ¿qué es lo que más te gusta en el mundo?”
Y su hermano contestó mientras mordisqueaba una pelotita de goma azul; “pues… jugar”. Sofía sonrió y Juan insistió; -“¿jugamos?”
-“No puedo, Juan, estoy haciendo las tareas y después tengo que descansar mañana tengo que entrenar”…así que de nuevo Juan se fue a jugar solo. Sofía lo miraba desde su habitación y entristeció pensando;-“no sé por qué le doy tanta importancia a un partido que no sirve para nada, el próximo año no volveré a Jugar”.
Esa noche no pasó por la habitación de Juan porque no salió de la suya, hasta su madre le subió algo de comer. Mientras dormía se le apareció su hada madrina que muy bajito le decía:
-“No te preocupes Sofía, tu hermano está bien, él tiene la capacidad de jugar sin la necesidad de ninguna compañía y no des por perdido tu tiempo, ese campeonato de pádel guarda una sorpresa que te hará sentir bien”…y su Hada Madrina se desvaneció en sus sueños.
Llegó el gran día, era sábado por la mañana, el sol sacó sus mejores rayos y en las gradas todos sus compañeros de institutos sus mejores amigos y como no, su hermano Juan. Sofía estaba muy feliz porque todos a los que tanto quería estaban allí. Allí estaba también su madrina Lola que más que su madrina era su Hada Madrina, así era imposible perder el partido.
Comenzó el partido, su contrincante era una niña del instituto Zurbarán que conocía muy bien y a la que siempre le tuvo aprecio. Los minutos pasaban y Sofía ganaba con gran diferencia de puntos. En un pequeño descanso mientras el entrenador le pasaba una toalla y una bebida, Sofía pudo escuchar una conversación que venía de las gradas:”… el premio en efectivo para la ganadora es muy importante y que bien le vendría a Pilar (su contrincante) ya sabes que su familia está pasando un bache económico y ese dinero les sacaría del apuro.”
Entonces miró hacia las gradas y pensó;-“si gano, todos me tendrán como una campeona y para mí no es difícil conseguirlo, tengo muchos más puntos que Pilar pero si la dejo ganar a ella sin que nadie se entere su situación económica se verá más desahogada ¿qué hago? Se preguntaba”. Entonces dieron la señal de reanudar el partido. Mientras golpeaba la pelota contra el suelo antes de lanzarla, lo vio claro, tiene que ganar ella y comenzó a dejarse ganar. Todos la animaban en el graderío, pero Sofía sabía bien lo que hacía. Al cabo de media hora cuando la señal de fin del partido hizo que las pelotas cayeran al suelo junto con las pequeñas raquetas, un silencio invadió su cabeza mientras el graderío se venía abajo con los amigos y alumnos de Pilar, un” ¿que ha podido ocurrir?” de puro asombro se veía reflejado en todos los que acompañaron a Sofía. Sólo una persona, tan solo una lo sabía.
-“No jugaré el próximo año”, dijo al entrenador secándose el sudor, “creo que ya no me motiva participar y en casa hay alguien que me espera impaciente para jugar.”
Antes de dormir, Sofía entró en la habitación de Juan y le preguntó:
-“¿juegas conmigo un ratito antes de dormir?” Juan con una sonrisa en su pequeña carita le dio un juguete a su hermana que volvió a quedarse dormida encima de su cama.
En lo más profundo de sus sueños su Hada Madrina cuidaba de ellos.

Con todo mi cariño para dos hermanos fantásticos, este cuento que espero os guste ya que es un regalo muy especial que me ha encargado para vosotros vuestra Hada Madrina Lola.
Besos Nati.


lunes, 10 de mayo de 2010

Carta de Clara

Ayer recibí carta de Clara:
“Mi Querida y añorada amiga, por motivos de trabajo me es imposible desplazarme a la casa de campo de tus abuelos pero después de mucho pensar en tu problema y de estudiar el mundo de las hadas he llegado a una conclusión; todo lo que pasa en la vida ocurre por un motivo más que justificado. No creo que no puedas ver a las Hadas porque te estés haciendo mayor ya que la edad se lleva en el corazón y en la mente, lo otro es solo cumplir años y retroceder en el calendario de la vida.
Tú siempre has conservado tu inocencia de niña, no dejes que se escape por la puerta de atrás como escapan los ladrones solo porque en esta salida no hayas podido ver ninguna, tal vez, querida amiga, no te has parado a pensar que igual ellas si te observaban.
Ocurre que cuando llevamos el corazón inquieto y un poco decepcionado, o triste, porque no aceptamos las leyes de la naturaleza, las hermanas siniestras que están siempre pendientes de nuestras horas malas aprovechan que el reloj que marca las horas en RE( las horas felices) se detiene para poder actuar…entonces extienden sus mantos negros de infinita tristeza helando el corazón de todas las personas que dejan por un solo instante la ilusión olvidada antes de salir de casa.
Bien sé que no ha sido un verano como otros, en los que todo en la casa iba a las mil maravillas, con la abuela siempre contenta tejiendo mantas de lana para el frio invierno y cocinando ricos pasteles de mermelada para las largas meriendas del verano. Refrescándonos con una limonada que el abuelo exprimía y colaba con esmero para no encontrarnos ninguna pepita y poder invitar a los vecinos que al caer la tarde pasaban a saludarlos.
Pude sentir en tu carta la tristeza por la muerte de Capitán pero deberías pensar y hacer entender a la abuela que fue el más feliz de los gatos y que ya es tiempo de darle la oportunidad a otro animalito de vivir la experiencia que tuvo la gran suerte de saborear Capitán.
Para que a la abuela le vuelva la sonrisa regálale un precioso animalito para que lo cuide como ella solo sabe hacerlo y que cuando en unos meses crezca lo suficiente puede darle la compañía que necesita cuando tú no estás con ella. (¡Qué gran idea!, pensé)
Te mando fotografías de los bosques que he visitado todo este tiempo y una pequeña historia de un hada pelirroja cosa curiosa entre las hadas ya sabes que su pelo nunca ha sido rojo menos en esta ocasión lee la historia sal al bosque y lleva en la mochila esperanza, mucha ilusión y alegría son armas infalibles contra las hermanas siniestras y no olvides la mascota de la abuela.
Cuando caiga la tarde escríbeme, a ver qué tal fue el día.
Siempre vuestra
Clara.”
Me tendí en la cama con el ventanuco entornado y comencé a leer la historia del hada pelirroja, a medida que la historia avanzaba se me dibujaba la sonrisa que hacía tiempo había perdido. Después me puse ropa cómoda y me marché al bosque. “ Nena”, me dijo la abuela antes de poder cruzar la verja del jardín;”¿ no tomas pastel y un vaso de limonada?”, pero yo ya estaba impaciente por encontrar un hada y derrotar a las hermanas siniestras. “Abuelita, guárdame un pedacito para cuando vuelva tengo que hacer algo muy importante”. “No tardes”, replico la abuela, y saltando la verja, crucé hacia el bosque y paré en el lago para poder refrescarme la cara porque el calor era insoportable a esas horas de la tarde.
Mientras lo hacía recordé unas palabras de Clara sobre las hadas de pelo naranja; que las hermanas siniestras les tienen un gran respeto y solo pueden acercarse a ellas cuando su corazón está herido o están sumidas en una gran tristeza porque estas hadas son muy especiales y difíciles de encontrar por eso su poder es infinitamente más grande que el de las otras hadas.
De repente sentí que un aire sombrío me helaba de nuevo el alma. No se han marchado, siguen aquí, qué puedo hacer si este frio me paraliza, nunca podre luchar contra ellas, jamás podré ver a mis hadas y… reculando, cabizbaja, se dispuso a retomar el camino de su casa cuando una pequeña ardilla roja llamó su atención. Había quedado atrapada en una trampa y daba vueltas en vano para liberarse de una red que algún niño que pasaba allí el verano había puesto para cazarlas. Con mucho cuidado y con el corazón lleno de un deseo enorme por liberarla comencé a hablarle despacio y en voz muy baja hasta que conseguí tranquilizarla. Entonces, cuando se quedó quieta fue fácil liberarla y como premio por el gran susto que había tenido la obsequié con una nuez que llevaba en el bolsillo, entonces la ardilla contenta y sabiéndose salvada comenzó a seguirme hasta casa, al llegar al poche le dije a mi abuela mirándola con carita de niña buena; “mira, abuela, estaba sola en el bosque y la he liberado de una trampa. Su familia se ha marchado, tenemos que quedárnosla, si la cogen otra vez no podre liberarla". Al principio la abuela era reacia a quedarse con la ardillita pero tenía una cara tan dulce y temblaba tanto que la acurrucó en su regazo y se quedo felizmente dormida,
“Haremos una cosa”, dijo la abuela,” no la meteremos en ninguna jaula y cuando ella sienta la necesidad de marcharse con su familia podrá hacerlo libremente. Solo con esta condición cuidaré de ella”.
“ Muy bien, abuela, se hará como tú quieras”.
El corazón de la abuela comenzó a brillar de nuevo y la ardilla la acompañaba allí donde iba.
No desistí y al día siguiente volví al bosque sintiendo que con el corazón alegre seguro que podría echar a las hermanas siniestras y volver a ver a mis hadas. Al llegar al lago a refrescarme la cara pude sentir un viento cálido y una brisa de hierbas silvestres que perfumaron el bosque. Miles de flores de colores se abrieron a su paso y tuve la certeza de que había derrotado a las hermanas pero no conseguí ver ningún hada y me marché a casa pensando que ya era demasiado mayor para visualizarlas y me quedé adormilada en el cuarto, cuando de repente, una voz en sueños le decía
“… pequeña, tu corazón nunca crecerá,¿ no te has fijado en el agua del lago que tu reflejo es el de un hada?
Entonces seguí durmiendo feliz con ese sueño tan placentero y al día siguiente al levantarme mientras peinaba mi larga melena pelirroja encontré al lado del peine una pequeña varita de las que utilizan las hadas.
A veces buscamos y buscamos fuera de nosotros lo que ya habita dentro.